Desarrollar para vivir o vivir para desarrollar

Si alguien me preguntara algo en plan, –hey, ¿crees que es una buena época para los videojuegos?-, tendría dos alternativas para responderle. La de mi mente fría y calculadora que sin lugar a dudas respondería un –Sí, claro, es la época dorada de los videojuegos-, pero por otro lado me queda la respuesta “pasional”, la del gamer que uno lleva dentro desde pequeño, esa sería más clara todavía… –No– y rotunda.

¿Qué está pasando?, ¿en qué se está convirtiendo el circo este del videojuego?, ¿somos los gamers de la vieja escuela los que estamos cambiando nuestra percepción de lo que está aconteciendo o es que realmente las cosas están cambiando? Y si es así, ¿para mejor o peor?

Pues ese es el problema, que el pequeño gamer que tenemos dentro se siente incomodo y desengañado, no se siente bien por todo el panorama que le rodea.

¿Se hacen juegos para vivir o se vive para hacer juegos?

Si uno juega a un título que ahora catalogamos como “retro” (llamado así porque no está de moda, desfasado o antiguo) nos da una sensación de gozo, nos encanta ver a un muñeco pixelado y simplón que lo único que hace es dar brincos de un lado a otro de la pantalla, o una pequeña nave disparando con unos efectos sonoros que se clavan en nuestra cabeza. Pero sea como sea, bajo esa simpleza hay algo que pocas veces sentimos en el panorama actual, “pasión por el producto”. Sé que es una postura medio errónea y no es así del todo, pero hay que reconocer que un juego clásico, cuando los desarrolladores tenían que enfrentarse ante una sociedad un tanto en contra de su trabajo, que lo veían como un juguete, un producto para niños, y que la gente desconocía el gran trabajo que conlleva crear una «historia viva», desprende algo que nos recuerda que los tiempos pasados siempre fueron mejores. Y eso es algo que últimamente vemos en pocos proyectos, en los que se nota que el equipo encargado no vive para el desarrollo de su aventura, únicamente por el motivo fundamental que lo mueve tod, el dinero.

Bonitos gráficos y costo extraordinario. Lo que se lleva

Cuando leo que un equipo está más interesado en la viabilidad que en otros aspectos una pequeña parte del gamer que habita en mi muere, y sé que es lo que tienen que hacer, viven de ello, no pueden perder el tiempo contentando solo a unos pocos en pro de una sociedad que solo ansía juegos AAA con modos multijugador para matar como cosacos.

¿Dónde se han quedado los proyectos con ilusión? Yo os lo diré. En los equipos Indie. Ahí es donde podemos encontrar esa frescura e ingenio característicos de los 80-90. Juegos simples, con gráficos mediocres que nos llegan a enganchar muchísimo más que bastantes títulos con presupuestos desorbitados. Cuando uno lee cosas del estilo en plan “desarrollador que hizo juego exitoso a ratos en su casa” es cuando esa pequeña parte de nosotros que antes se había marchitado vuelve a aparecer. Aún queda esperanza en esta sociedad fría y calculadora que solo piensa en lucrarse con algo que es arte.

Un título inolvidable

Mientras quede un solo desarrollador viva para desarrollar y no al contrario, esta industria seguirá teniendo significado para los gamers de toda la vida.

Gracias pequeño desarrollador por esforzarte diariamente en esos proyectos que solo unos pocos vemos como tú los sientes.

 

Salir de la versión móvil