Estereotipos Vs Edades recomendadas en los videojuegos

-“Ese juego es de críos. Jamás me verás jugar a algo así”.

Esa frase es el lema de un grupo de jugadores que se niegan a probar determinados títulos solamente por su estética. Juegos criticados por tener una temática, un determinado estilo visual o simplemente por ser de una compañía en concreto (sí, me estoy refiriendo a Nintendo).

En el siglo XXI, la generación de jugones se ha vuelto más retrógrada que nunca. Hay una distinción: los “hardcore gamers” y los “casual gamers”. Y yo me pregunto, ¿es necesaria esa clasificación? ¿Acaso no podemos disfrutar todos de un mismo juego sin ser etiquetados? Sí, esto puede sonar más profundo de lo que se espera de un artículo de opinión sobre los videojuegos y sus edades pero es algo que no podemos negar. Muchas personas critican, atacan, descalifican y faltan al respeto a otros jugadores por no compartir los mismos gustos. No me estoy metiendo con los famosos “trolls”, ni “haters”. En este artículo se respeta a todos los jugadores, sean como sean, y estoy seguro que todos nos vamos a sentir identificados ya sea de un bando o de otro.

Las distintas señales que indican a qué edades es recomendado un juego, marcadas en la parte posterior de las cajas en las que se guardan nuestros preciados artículos de ocio, son un ejemplo de qué nos podemos encontrar dentro (VÉASE PEQUEÑO ANEXO SOBRE ESTO AL FINAL DEL ARTÍCULO). El consumidor habitual, e individual, directamente ni se para a ver qué pone. Solo lo adquiere y se va. Esta información mucha gente diría que se muestra exclusivamente para aquellos padres preocupados por lo que se puedan encontrar sus hijos al meter el disco (o cartucho) en la consola. Una información que muy poca gente usa con responsabilidad porque directamente la ignora, a pesar de ser muy valiosa.

En la sociedad en la que nos encontramos todo ha cambiado, tanto que es preocupante. Los niños de hoy en día tienen acceso a información, a imágenes, a juegos, a vídeos que en otros tiempos hubiera sido impensable. Esto ha creado en la sociedad una conciencia laxa, vacía, despreocupada de todo y de todos. Este fenómeno crea una situación desproporcionada. Por un lado las personas que critican que hay demasiado acceso a todo tipo de productos y que culpan a los videojuegos de muchos males y por otra parte el lado contrario, una sociedad que es ajena a todo mal, que piensa que los actos y actitudes de cada uno son responsabilidad de otras personas y que pueden hacer con sus vidas lo que quieran.

¿Qué parte tiene la razón? En cierto modo ninguna, y por otro lado ambas. No somos responsables de lo que creamos y permitimos, pero luego nos escandalizamos cuando algo no sale de la manera que esperábamos. Voy a intentar ilustrar un poco el hecho. Recientemente me encontraba hablando con un amigo. Estaba, como siempre, pendiente en exceso de su teléfono móvil. Le pregunté qué estaba haciendo y me comentó completamente aturdido que estaba viendo unos vídeos mientras esbozaba una sonrisa irónica. Apenas escuché los gritos y la música de fondo deduje que era uno de esos que circulan por las redes sociales de gente haciendo “maldades” (desde bullying a bromas de mal gusto) a otras personas. Mi reacción fue inmediata: “¿Por qué estás viendo eso?”. Su respuesta fue clara: “No sé, me hace gracia”.

No lo neguemos, muchos de nosotros vemos esos vídeos y pensamos que no tienen nada de malo y en cierto modo es cierto. Muchos de esos vídeos (los que son montajes o bromas) no tienen nada de malo, salvo por la ética de lo que hay detrás: el sufrimiento de otra persona (o incluso para nuestra desgracia, a veces de algún animal inofensivo). La pura violencia sin medida, sin censura y sin control. ¿Tienen la culpa los videojuegos de estas situaciones? No, porque esas imágenes violentas también las encontramos en los telediarios y en la prensa escrita. Los únicos responsables somos nosotros, los que jugamos y tenemos una conciencia ya desarrollada.

Podemos tener la suerte de haber crecido con unos valores que van a evitar que actuemos de algunos modos del todo irresponsables, pero no todo el mundo recibe la misma educación y ahí sí que entrañan un peligro. Repito, soy un fan acérrimo de los videojuegos y, a pesar de que algunos géneros me gustan más que otros, jamás creeré que un título pueda ser el culpable del comportamiento de una persona.

La realidad y la ficción deben ser algo que podamos diferenciar, pero por desgracia cada vez esta situación es más común. Juegos que permiten violaciones, que muestran violencia gratuita por el mero hecho de hacer el mal, torturas, vísceras, actitudes poco decorosas que son premiadas por el desarrollador y que están a disposición de cualquier jugador, sea de la edad que sea, sin ningún control. Ni los padres hacen nada para evitarlo, ni los vendedores por que el niño o padre lo adquieran.

¿Sería censura que un vendedor no dejase que algún chaval comprara algo por su edad? ¿Hasta qué punto los niños pueden comprar este tipo de juegos? En supermercados y bares hay limitaciones para que los jóvenes puedan adquirir alcohol y tabaco. ¿Se deberían hacer los mismos controles en los videojuegos? Y aquí os pregunto, ¿lo hacen? ¿Alguna vez habéis visto algún tipo de vigilancia en este tema?

Si hubiese algún control más restrictivo por nuestra parte, nos evitaríamos ejemplos como los niños ratas, los camperos, los “trolls”, los “cheaters” y los “haters”. Los juegos, en general, están diseñados para un determinado grupo de jugadores. Aquí se me tachará de extremista al decir que hay algunos juegos que no deberían ser usados por niños de 9 o 10 años. Sinceramente no opino del todo así, pero sí que creo que si la juventud tiene acceso a esos títulos, y gozan del consentimiento de sus padres, que tengan al menos la responsabilidad estos últimos de estar al mismo tiempo en la sala mientras juegan sus hijos. Viendo qué hacen y supervisando qué pueda hacer o qué le pueda pasar. Es un tema muy delicado y controvertido que puede crear mucha polémica.

También está el tema contrario: la hipocresía que hay alrededor de este suceso. Gente que de cara a la galería es muy “hardcore” y critica al otro sector por jugar a un determinado tipo de títulos y luego por la espalda son por completo «fans» de ese tipo de experiencias (pongamos casos como Pokémon, Animal Crossing u otros como Singstar).

-“¿Un “hardcore gamer” jugando a Pokémon? Eso no existe. Eso está solo en nuestra imaginación.” Aquí os dejo un pequeño ejemplo de esta situación.

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Pues realmente no es así. Lo que sí está claro es que es mucho más fácil decir que juegas a un determinado tipo de juegos que a otros. Pero la gran duda es, ¿qué problema hay de que se juegue a uno u a otro? ¿No somos todos “gamers”? ¿No nos une la misma afición? Así debería ser, pero a la hora de la verdad la gente no actúa de esta manera. Si no juegas a Call of Duty o Fifa, directamente eres catalogado de algo que no tiene nada que ver con la realidad. Estereotipos rancios que huelen a alcanfor y a polilla.

En una sociedad en la que se etiqueta, se critica, se ataca a todo lo que se quiere sin pensar en las consecuencias, es imposible pedir que, como comunidad de jugones, nos unamos. Tanto los jugadores de Sony, como de Microsoft, como los de Nintendo deberíamos aliarnos en contra de una guerra en la que, solo por estar separados, somos más vulnerables a ser atacados. Personalmente estoy cansado de ver cómo una afición sana como son los videojuegos sea vista aún hoy en día como un vicio exclusivo para “frikis”, o para gordos, o para gente sin vida social o poco activa físicamente. Hay hueco para todos y todas. Es un mundo distinto y que día a día está más arraigado.

Una industria en pleno crecimiento y que puede ser considerada ya como otro tipo de arte. Si estuviéramos todos unidos, sería muchísimo más sencillo de defender. Evitaríamos que la juventud actuara de maneras que no son correctas y concienciaríamos a gran parte de la sociedad de que este, nuestro pequeño vicio, puede ser algo muy positivo e incluso formativo.

Así que invoquemos cierto grado de responsabilidad y tolerancia. Tengamos hijos, hermanos pequeños, sobrinos o lo que sea, debemos saber que esas personas están a nuestro cargo. Si los desarrolladores han puesta unos límites o recomendaciones, cumplámoslos. Por su sensibilidad, porque los niños sigan siendo niños. Porque los padres sean conscientes de lo que tienen en casa, no solo un objeto que sirve para que les dejen cierta libertad. No corramos un tupido velo y dejemos que sigan ocurriendo casos que dejen a nuestra afición favorita como un problema mediático. Tengamos conciencia y seguridad de que lo que nos gusta es algo sano y positivo. Un vicio que se puede confesar y disfrutar, ya sea en familia, en pareja, con nuestros amigos o solos en casa.

ANEXO: El PEGI es una mera recomendación del desarrollador al futuro comprador. No una prohibición. En ella se recomienda desde el año 2003 el uso de esos juegos a unas determinadas edades, teniendo esos títulos también determinados contenidos bien especificados en la parte posterior de la caja.

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