Ferdinand. Crítica

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Ahora que parece que cada vez queda más cerca la dominación mundial de las comunicaciones por parte de Disney con la adquisición de 20th Century Fox, a modo de símil de imperio galáctico cinematográfico y haciendo honor a otra de las franquicias que ha comprado, llega a nuestras pantallas una historia hecha largometraje por el estudio de animación BlueSky, propiedad de Fox y cuya fundación se produjo como corto de animación en el seno de la casa del raton Mickey: “Ferdinando el Toro” (1939). Basada en el libro Infantil de Munro Leaf, el cual narraba las peripecias de un toro pacifista que en vez de querer embestir como el resto de los de su raza contra todo lo que se pusiera delante de él, prefería sentarse bajo las sombras de los árboles a respirar el aroma de las flores.

Esta apología pacifista, que ya levantó llagas con el debate antitaurino en una época de una tradición mucho más arraigada que la actual, nos es narrada de nuevo por las mentes creativas que idearon la saga de “Ice Age” encabezadas por su director Carlos Saldanha (“Rio” 2011).

Así, ahora que por desgracia vivimos en un mundo de matones en la presidencia americana, matones en las escuelas, matones en Twitter, matones en las noticias, uno debe admirar a cualquiera que tenga el valor para lanzar esta fábula animada de inspiración pacifista, basada en un querido libro de 1936 para niños sobre un «toro» cuya constitución muscular desmiente su naturaleza emotiva.

Cuando conocemos a Ferdinand como un ternero, él no se une a los juegos de machitos y la charla agresiva que disfrutan sus compañeros de corral. Él preferirá alimentar a un lindo clavel que ha brotado en su campo de entrenamiento que jactarse de sus proezas futuras en el ring. Pero cuando su padre no regresa después de ser elegido para enfrentar a un torero, Ferdinand se escapa y se encuentra en una granja inundada de fragantes capullos y se convierte en mascota de Nina, una joven que vive allí con su padre. Al igual que en el material original, Ferdinand crece en proporciones inmensas pero mantiene su naturaleza dócil. Pero un encuentro con una abeja hace que se vuelva anormalmente feroz y lo envían de regreso a entrenar con sus viejos amigos.

Le asignan una cabra tranquilizadora de dientes saltones llamada Lupe (Kate McKinnon, en modo hiperactivo) que entrena al adulto Ferdinand (voz contagiosa de la superestrella de la lucha libre John Cena) en el arte de la pelea. Pero su contendiente de peso pesado no tiene interés en embestir contra una capa roja, especialmente después de darse cuenta de que un toro o bien termina yendo al «matadero» -una fábrica de carne bastante aterradora que es tratada sin rodeos- o es sacrificada por el bien del deporte sangriento en el ring. Es lo opuesto a un ganar-ganar. Pero eso no impide que Ferdinand sea seleccionado como un digno oponente por el venerado matador “El Primero” (Miguel Angel Silvestre) por su aparición en la arena y poner su resistencia a prueba.

En Ferdinand se habla abiertamente de enviar astados al matadero o a la plaza de toros a enfrentarse al torero a vida o muerte, pero de un modo bastante suavizado. Por eso no me queda claro si es una película del todo orientada o adecuada para público infantil, independientemente de su final. Desde luego la animación que tiene está pensada para los más pequeños pero el guión a veces nos marca pasos que suponen unos duros tragos para una mente tierna.

Obviamente aquí el torero es el malo y pese a ello su figura no queda excesivamente demonizada. Además de hacer énfasis en que la plaza de toros solo es otro matadero pero engalanado y vitoreado, se repite la lección y moraleja del cuento de Leaf. Y al fin y al cabo es la misma que se transmite en muchas historias del tan amado Jesucristo de los toreros o la que aprendimos de Gandhi con la resistencia pasiva.

Con lo que yo he salido más satisfecho y más cómodo me ha hecho sentir la película es con lo tan bien recreada que está España. No sé si por documentación o por trabajo de campo nuestras calles, nuestra cultura, nuestros vehículos y carreteras incluso, están perfectamente animadas. Aplaudo que desde Hollywood se hayan informado tan excelentemente bien. Ronda, Madrid (la estación de Atocha con su jardín Botánico), La plaza de Las Ventas… Por fin, sin ánimo de ofender, más bien de querer solo que se nos respete a nosotros y a nuestra cultura, no se nos representa como latinoamericanos.

Conclusiones de Ferdinand

Con «Ferdinand» podría parecer en principio que íbamos a tener una película del corte a «Okja» (2017), es decir, la historia de una niña que pierde a su mascota rodeada de un discurso animalista. Pero ni los tiros van por la película denuncia ni esta es una aventura de una chiquilla y su enorme animal. Es más bien la lucha de un ser vivo por cambiar las tornas, por librarse del destino al que le tiene avocado el ser humano. Aunque “Ferdinand’”peque un poco de complaciente y menos humorística de lo esperado, cumple su propósito.

 

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