Heavy Bullets. Análisis PC

La creciente potencia de los nuevos ordenadores y consolas, ha hecho que cada vez demandemos mejores gráficos y universos cada vez más grandes e interactuables. Ante esta evolución de los gustos del consumidor, las empresas han decidido crear enormes mundos, en los que llenarlos de manera totalmente interesante está solamente al alcance de uno o dos privilegiadoss, siendo los demás insulsos y repetititvos, dando la impresión de que hubiera sido mejor reducir tamaño y ganar en diversión. De esa premisa parte Heavy Bullets, el último título de Devolver Digital, atreviéndose a mezclar las mecánicas básicas de un dungeon crawler con la jugabilidad de un shooter “pasillero” y que nos sorprenderá desde el minuto uno gracias a sus pequeños mapas y  duros enemigos.

El lugar de lo alternativo

Parece mentira que hoy en día un título nos asombre, y si hablamos de uno de disparos esas probabilidades se reducen a la mínima expresión. Esto parece que solo está en manos de desarrolladoras independientes que buscan dar forma a una idea, frente a usar la misma fórmula mágica hasta la saciedad. En un mercado donde Destiny, un gran título no cabe duda, bate records de ventas en todo el mundo “únicamente” mejorando un concepto visto decenas de veces. Pues bien, Heavy Bullets se atreve a dar una vuelta de tuerca al género traicionando dogmas actuales, como los mundos abiertos e inmensos o las ráfagas de disparos interminables.

Devolver Digital ha logrado atraer nuestra atención precisamente gracias a que nos enfrentamos a un desafío distinto. Tenemos ocho niveles en los que se pondrán a prueba nuestros reflejos y nuestra capacidad para administrar nuestros recursos. Y si algo de esto sale mal volvemos a empezar. No hay compasión ni segundas oportunidades, si fallas lo pagas. Todo esto que hemos nombrado son solo unos pocos ejemplos que explican el porqué del florecimiento de los estudios indi y de cómo cada vez atraen a más y más jugadores.

 Matar nunca ha sido tarea fácil

Es el momento de dejar a un lado las alabanzas por alejarse de lo habitual y explicar con claridad el porqué de su calidad.

Empezamos con una interfaz sencilla: configurar, ver nuestras estadísticas registradas y jugar. Una vez comenzamos nuestra partida se nos da una breve explicación de por qué estamos nosotros allí, una pistola con seis balas, tres granadas y una vida bastante escueta. Con todo esto nos adentramos en un escenario perturbador y estridente en el que pronto nos daremos cuenta de que la muerte nos persigue y no nos abandona.

Desde que comenzamos a manejar a nuestro personaje nuestra misión consiste en llegar al final del laberinto atravesando puertas y matando enemigos. Tres corazones y seis balas (las granadas no las incluimos en la ecuación por lo imprecisas que resultan) son los elementos que nos separaran de morir y volver a empezar de cero. La primera partida es “de prueba” y seguramente acabaremos muertos a los pocos minutos. Y el porqué de todo esto se resume en el sistema de recarga y en el patrón de movimiento de los monstruos. Lo primero nos sorprende porque venimos de títulos en los que le damos a un botón y de repente tenemos 40 balas en nuestro cargador. Aquí no. Aquí se nos da de una en una, por lo que hasta que lo interioricemos pulsaremos el gatillo para nada unas cuantas veces. Además esta munición utilizada se puede volver a recoger del suelo, algo esencial dada la poca capacidad de nuestra arma. Respecto a los enemigos, estos no nos tantean ni un solo momento, corren hacia nosotros o nos disparan sin pensárselo, y muchas veces esto ocurrirá al doblar una esquina, lo que nos obligará a sacar a relucir nuestros reflejos, en un juego que de por sí, ya es tremendamente rápido.

El sistema de progresión y mejoras también es bastante original. A lo largo de los niveles encontraremos tres tipos de máquinas expendedoras. Las primeras nos venderán balas y armamento, las segundas pociones que nos devolverán la vida o mejoraran alguna de nuestras características como la velocidad o la puntería. Por último los cajeros bancarios, los más curiosos de todos, en los que podremos guardar, retirar nuestro dinero y adquirir un seguro de vida que nos garantiza mantener las monedas, conseguido al matar enemigos, tras nuestra muerte.

El gran punto atractivo (o desesperante, según lo miremos), es su curva de dificultad, elevada y progresiva. El primer nivel es una especie de tutorial muy hardcore, y a partir de ahí ya toca luchar. Es verdad que matamos de un disparo, pero nuestra esperanza de vida es terriblemente corta, por lo que, o ahorramos y compramos una buena cantidad de pociones, o es muy probable que nos veamos rápidamente en el menú inicial.

Territorio comanche

La hostilidad está presente en todo el título y prueba fehaciente de ello es el entorno en el que nos hayamos. Nos encontramos escenarios muy básicos, con polígonos estilo 8 bits que mezclan negros con rosas chillones y que generan un ambiente hostil y estridente. Estamos de acuerdo en que no es un trabajo excesivamente complejo, sin embargo, transmite como pocos. Desde el minuto uno la tensión se apodera de nosotros, y según pasa el tiempo tenemos claro que esto está justificado. El juego sencillamente nos avisa de lo que nos espera, y esto es fantástico.

La estética general, sorprendentemente, nos maravilla. Sonido y gráficos se unen muy bien, y a pesar de la sencillez, cumplen de una manera encomiable. Devolver ha conseguido mezclar una ambientación techno-gótica tan extraña que funciona.

Técnicamente no tiene graves errores y realmente en su propuesta no falla, sin embargo, en el fondo hay quien pueda pensar que esta es poco ambiciosa y muy básica. En este Heavy Bullets se ha sacado petróleo y la creatividad ha estado por encima del poderío, logrando que esto no haga pensar ni un solo momento en las limitaciones tecnológicas. Solo un par de bugs, uno de los cuales nos otorga el don de la inmortalidad (cuestión que nos permitió acabar el título), deslucen un juego que si bien no lleva ropa de Armani, la de Zara le sienta como un guante.

Heavy Bullets es un lobo con piel de cordero. Bajo una máscara de 8 bits y un género explotado hasta la saciedad se esconde un juego que sorprende y conquista a partes iguales. Suficientemente difícil para motivar, pero sin llegar a abrumar, pondrá a prueba nuestros reflejos y nuestros sentidos gracias a una apuesta ágil y tensa de la que deberían aprender muchos otros títulos. No brilla por su complejidad técnica ni por su variedad jugable, pero lo que se propone lo hace muy bien. Sin ninguna duda una de las grandes sorpresas de la temporada.

 

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