Lumo. Análisis Nintendo Switch

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Los años dorados de ZX Spectrum vuelven en formato portátil para Nintendo Switch de la mano de Badland Games. Lumo es obra del creador Gareth Noyce, un jugador de la vieja escuela y fan acérrimo de los antiguos plataformas de vista isométrica que a día de hoy ha llevado este pequeño videojuego-homenaje a prácticamente todas las plataformas del mercado.

Las cosas simples también funcionan

Hace cosa de un año nuestro compañero Daniel Frases hacía un repaso de lo que nos ofrecía este título tras estrenarse en PS4. Ha llovido bastante desde entonces, pero el tiempo no parece haber afectado en absoluto a Lumo, ni para bien ni para mal. Estamos ante una aventura sencilla pero efectiva en su propuesta, que apela a la nostalgia fuertemente pero que realmente encuentra en su simplicidad su mejor arma: diversión sin pretensiones.

El juego comienza de una manera un tanto especial. Controlamos a un joven que parece visitar una especie de convención o feria de videojuegos, lugar al que entra a echar un vistazo y en el que encuentra una máquina apartada (presumiblemente un ZX Spectrum) que le absorbe y atrapa. Una vez dentro de la máquina el joven pasa a convertirse en un pequeño mago, al cual controlaremos y se convertirá en nuestro personaje para el resto de la aventura.

La perspectiva isométrica es la bandera de Lumo junto a sus puzles y plataformas. Sus controles pese a ser bastante intuitivos y sencillos son personalizables desde el minuto uno o adaptables desde el menú de opciones. Cuando nos hayamos adaptado a ellos comenzará un viaje que nos llevará a atravesar las más de 400 salas que componen un castillo lleno de trampas y puzles.

El mago y el castillo

Para avanzar en Lumo será necesario explorar y hacer cierto backtracking por el mapa. Muchas salas nos impedirán pasar a la siguiente ya que nos encontraremos con ciertas puertas que necesitan llave o escollos que niegan nuestro paso, así que darse un rodeo por lo que dejamos atrás y averiguar como seguir adelante será el pan de cada día.

Generalmente nos encontraremos salas de tres tipos: salas de paso, salas trampa y salas especiales. Las primeras (como su nombre indica) estarán vacías y solo tendremos que pasar por ellas hacia las siguientes. Las trampa (que serán la salsa de la aventura) nos presentarán diferentes retos o puzles que deberemos superar mediante algún tipo de mecánica. Por último las salas especiales, que serán totalmente opcionales, en las cuales encontraremos desbloqueables, secretos varios y partes de un mapa con el que guiarnos.

Uno de los principales problemas que encontramos en Lumo como juego de plataformas es precisamente una de las “fortalezas” de las que presume: su cámara. A la hora de sortear ciertos puzles u obstáculos puede parecer ideal, pero a la hora de ejecutar saltos precisos y movernos adecuadamente entre plataformas resulta ser bastante incómoda. Obviamente este problema es fruto de que los tiempos han cambiado, ya que el juego simplemente se centra en recrear algo que en la época de Spectrum funcionaba. No es un juego difícil, pero poco a poco nos exigirá razonar más y poner algo a prueba nuestra habilidad, por lo que podemos decir que su curva de dificultad es aceptable sin llegar al punto de convertirse finalmente en un desafío.

Mucho puzle y pocas luces

En lo referente al apartado artístico el título tiene detalles buenos y malos. En primer lugar es necesario volver a hablar de la cámara, la cual centra todo el detalle en las habitaciones excluyendo el fondo en el que se encuentran (un monótono cielo estrellado). Las animaciones del personaje son bastante toscas y los efectos de luz o magia parecen bastante simples, aunque no por ello malos. Las habitaciones están bien diseñadas como niveles, pero su aspecto es bastante vacío y prácticamente es siempre el mismo salvando dos o tres cambios de ambientación a lo largo de la aventura. En cuanto al sonido y banda sonora el juego funciona pero no destaca. Sus efectos son simples y su BSO choca con algo fundamental para los juegos de este estilo (puzles), la música. En los juegos que nos invitan a pensar y reflexionar durante un tiempo en un mismo escenario repetidamente es común contar con temas relajantes y agradables de escuchar, cosa que en Lumo no hemos encontrado, siendo temas poco destacables y bastante repetitivos.

Dentro de las opciones existe un apartado que nos ha parecido bastante interesante con respecto a los modos de juego. Existe la posibilidad de variar el tipo de partida (aventura infinita o clásica y con vidas limitadas o difícil), lo que permite a cada jugador adaptar el reto que quiere afrontar pese a que el mapa y las salas sigan siendo las mismas.

Esta versión de Switch no difiere en absoluto al resto, por lo que salvo el tema de la portabilidad poco más tiene que añadir o aportar al título original. No es un juego demasiado llamativo para jugar y/o disfrutar en un gran pantalla con el Dock, pero por supuesto que nos ha parecido genial disfrutar de este Lumo cómodamente en el sofá.

Conclusiones de Lumo

Lumo es un homenaje al videojuego clásico traído a nuestros tiempos. Es una obra sencilla y para todo el mundo, con un apartado gráfico decente y una propuesta eficiente capaz de entretener a prácticamente cualquiera. Su reto no es especialmente difícil o agotador, pero el hecho de poder cambiar el estilo de juego ayuda a que los más exigentes puedan adaptar la aventura a sus gustos (sin llegar a nada especialmente demencial). El juego de Gareth Noyce ha sido llevado a unas cuantas plataformas porque obviamente funciona, pero aun así no podríamos destacar fervientemente ninguna de sus fortalezas. Es un buen mata ratos… cosa que a veces es lo que necesitamos.

https://www.youtube.com/watch?v=61Gxm9X400s

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