Mañana empieza todo. Crítica

Mañana empieza todo (Demain tout commence)

A contracorriente films, la distribuidora española especializada en cine alternativo e independiente, nos presenta Mañana empieza todo una de las películas francesas del momento, un filme que persigue conmover y llegar al corazón como anuncia su propia publicidad y que se vale del indudable atractivo del actor Omar Sy para la comedia y el melodrama sentimental.

Demain tout commence (Mañana empieza todo) es el título que se le ha dado a esta película que viene a ser un remake del largometraje mexicano de 2013 No se admiten devoluciones de Eugenio Derbez, uno de los mayores éxitos del cine mexicano en taquilla nacional e internacional (especialmente en los EEUU), conseguido a base de condensar en un largometraje todos los ingredientes de humor y lágrima fácil del culebrón latino.

El director francés Hugo Gélin, traslada el guión a nuestra Europa occidental, cambiando Los Ángeles del original por el Londres actual y adaptando algunos chistes, situaciones y clichés culturales.

La película arranca mostrándonos a Samuel, un joven juerguista y conquistador que vive alegremente en una zona turística de la costa francesa. Un día una antigua aventura se presenta con un bebé en brazos, le comunica que es su hija y desaparece. Samuel viajará entonces a Londres para intentar encontrar a la madre sin éxito, por lo que tendrá que hacerse cargo de la niña y asumir sus responsabilidades como padre. Logra establecerse en la ciudad londinense, donde encontrará un trabajo y la niña irá creciendo en una vida confortable y feliz. Sin embargo, todo cambia cuando ocho años más tarde la madre regresa para recuperar a su hija.

Lo que comienza siendo una comedia ligera, con los gags propios del género y en particular de los filmes con un inesperado bebé de por medio tipo Tres solteros y un biberón, se irá tornando tras su primer tramo en un melodrama familiar de lo más descarnado, modelo Kramer contra Kramer (aunque soslayando acentuar el enfrentamiento dramático para evitar aristas) buscando con cierto descaro rompernos el corazón y disparar contra nuestras emociones más primarias. A ello contribuyen un par de giros de guión directos a conmover y explorar el sentimentalismo más burdo, en un crescendo que pretende precipitarnos hacia un tierno, triste y lacrimógeno final, con colofón de moralina pseudo filosófica incluido.

Aún así, es difícil no sucumbir a las trampas de este producto y el mérito de ello lo tiene en gran parte su protagonista Omar Sy. El actor francés alcanzó una notoriedad en 2011 gracias a la película Intocable representando un papel de hombre vivaz y afable pese a los contratiempos del entorno. Ese estereotipado rol lo ha seguido representando en otras películas posteriores como Samba (2014) o Monsieur Chocolat (2016) y lo sigue explotando en Mañana empieza todo. A poco que bajemos la guardia caeremos rendidos ante el evidente magnetismo de Sy, su formidable encanto y sonrisa, el gran gancho de esta película.

Ese talento de Omar Sy para encarnar los valores de vitalidad, alegría y bondad encuentra en la risueña niña Gloria Colston una idónea aliada para completar un dúo idealizado de padre-hija donde todo es maravilloso y no existen los problemas hasta que aparece la madre. Esa función de villana de la historia –en el fondo muy dulcificada para no herir tampoco ninguna susceptibilidad- le corresponde a la algo hierática actriz Clemence Poesy (la conocida Fleur Delacour de la saga de Harry Potter). Completa el elenco el actor canadiense Antoine Bertrand, en el papel de amigo y protector de los protagonistas (en estereotipado e intolerable rol de homosexual superficial y salido).

El conjunto viene a ser una especie de fábula moral sobre el auténtico significado de la paternidad y aunque sobre ello prefiero otros filmes más sutiles y profundos como The Road (estupenda adaptación de la genial novela de Cormac McCarthy) o incluso la maravillosa Buscando a Nemo, el realizador francés al igual que los guionistas mexicanos que concibieron la idea original han optado caminos más sensibleros y populistas que parecen beber del espíritu de Will Smith en Buscando la felicidad y sobre todo del inefable Roberto Benigni en la empalagosa y tramposa La vida es Bella.

Conclusión Mañana empieza todo

La película está siendo un éxito de público allí donde se estrena, pues al fin y al cabo logra tocarnos, y lo hace bien aunque con descaro, la fibra sensible. Desde los paisajes franceses de postal hasta la visión idealizada de la ciudad londinense, los protagonistas viven en un mundo casi de fantasía, donde todo es amable, todo está dispuesto y diseñado para que empaticemos y la historia fluya hacia la emoción y la congoja. El espectador frío y analítico pronto advertirá el entramado, pero aun poniéndose en guardia, le será difícil no caer en sus trampas emocionales.

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