Orange is the New Black. Análisis

Ya hace 3 años desde que se estrenó Orange is the New Black, una de las joyas de la corona del gran monstruo productor y distribuidor que es Netflix. Para los que no la conozcáis o hayáis oído hablar de ella pero la consideréis demasiado… “light”, os avisamos que Orange is the New Black viene pisando fuerte con 55 episodios emitidos y un 8,3 en IMDB. Personalmente, a mí me gustó tanto que arrastré a todos cuantos conocí para que la volviesen a ver conmigo.

La historia trata sobre Piper Chapman: la típica rubita burguesa sin oficio ni beneficio que rellena sus días haciendo jabones artesanos, lanzándose a una terrible dieta de la “limonada” o yendo al mercado a por verdura ecológica. Pero su vida cambiará radicalmente cuando tiene que sentarse frente a su complaciente novio Larry y a su familia para confesarles que, en sus años de juventud, estuvo liada con una mujer. Una mujer que, además, trabajaba para el narcotráfico y que le hizo llevar una maleta de dinero de un país a otro.

Ahora, años después, la banda ha caído, alguien ha soplado su nombre y tiene que entrar en la cárcel por un crimen que cometió 10 años atrás. Sólo tiene que cumplir 14 meses, pero a diferencia de España (en la que no vas a prisión si tu pena no suma más de dos años),  ella sí que tendrá que encerrarse. El pánico la atenaza. ¿Cómo será dentro? ¿Cómo sobrevivir? ¡Ella no pertenece a ese mundo…! ¿Verdad?

En el interior de la cárcel de baja seguridad de mujeres conoceremos a personajes magistralmente construidos, con un backstory que se va revelando capítulo a capítulo y que nos ayuda a empatizar con cada una de ellas: desde la mafiosa rusa “Red” que lleva una banda desde la cocina, hasta Morello, una joven inmensamente agradable que está esperando el momento en el que termine su condena para casarse con su prometido (mientras dentro se acuesta continuamente con una exdrogadicta lesbiana llamada Nicky).

Orange is the New Black repasa magistralmente la vida de Piper Chapman, una joven acomodada que acaba en la cárcel por un crimen cometido diez años atrás»

Las presas no son sólo lo interesante de esta genial trama. También los propios funcionarios tienen sus luchas internas, sus problemas personales y sus carácteres que chocan a menudo con un trabajo mal pagado, poco agradecido y para más INRI, lleno de problemas. Pasaremos desde el amable (pero algo depravado) de Caputo al homófobo de Healey o incluso al guardián de las reclutas “Pornstache”, un tío que deja quedar al resto como santos.

Si la trama os parece básica y más de lo mismo es que no habéis leído con detenimiento. Las actuaciones de las actrices son inmensamente convincentes, sufrimos con ellas, nos indignamos con ellas… ¡Es culpa del sistema, maldita sea! Cada capítulo tiene un ritmo pausado que nos permite vivir la lentitud con la que pasan los días en la cárcel pero sin carecer de cosas que van sucediendo, dramas y luchas de poder.

La serie está basada en hechos reales. Piper Kerman, la autora del libro en el que se inspiró Orange is the New Black, cumplió condena por contrabando de drogas.

Una serie que realmente muestra la gran complejidad de carácter que tienen un montón de mujeres encerradas en una cárcel cuando muchas de ellas, saben que no tienen nada que perder.

Algunas curiosidades de Orange is the New Black

La creadora del programa es Jenji Kohan, una extravagante mujer de pelo morado conocida por ser también la creadora de la serie Weeds. La serie está inspirada en un libro publicado por Piper Kerman en el que cuenta su historia real cuando fue condenada por contrabando de drogas y lavado de dinero (de hecho, ¡hasta la actriz se le parece!).

Tiene grandes detalles que hacen a la serie increíble. Por ejemplo, los títulos de inicio son planos detalle de caras de verdaderas presas de Norteamerica, incluyendo un par de planos de su creadora: Piper Kerman. Además, siempre se aseguran de que al menos una vez en cada capítulo alguien mencione en voz alta el título del episodio, dándole una profundidad y un juego muy entretenido a cada capítulo.

Si nos fijamos, por ejemplo, los nombres de las presas también dan mucho juego. “Red”, la cocinera, debe su apodo a tres cosas: la más obvia es por su pelo, de color rojo, a su pasado ruso (el color del comunismo) o al preso de la película “Cadena Perpetua” (1994) que consigue meter cosas de fuera dentro de la cárcel. O por ejemplo, el hecho de que cada vez que Piper va a hablar por teléfono siempre está la misma mujer llorando en la otra línea.

¡Hasta el título es un juego de palabras! Hay un dicho americano que reza “Non-black-color is the new black” para referirse a que colores como el azul marino o el gris pueden ser también la base de un armario. Para Piper, ahora el naranja fosforito será su nueva base de guardarropa.

Como ya os comentamos antes, os recomendamos encarecidamente esta serie. A poder ser, sobre todo si tenéis Netflix en casa, vedla en V.O.S. No sé por qué este país tiene la manía de doblar a los latinos como si estos no pudiesen hablar con términos o palabras normales. La versión original es mucho más natural y fiel a las actrices reales.

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