Prey (2017). Análisis Xbox One

Prey

Supongo que la mayoría ya estaréis al tanto del tortuoso desarrollo de cancelaciones y cambios de compañía que ha tenido este juego, los cuales no tienen nada que ver con su homónimo de 2006, ni tampoco con un tráiler presentación de una supuesta continuación que nunca llegó a ser mucho más. Prey (2017), es un juego nacido de las cenizas, ungido y alzado como un ave fénix gracias a los chicos de Arkane Studios. Estos, por si hay algún despistado, son aquellos franceses que asombraron y se ganaron los elogios generalizados tras regalarnos Dishonored en 2012.

El estudio vio una oportunidad de lanzarse al espacio con esta licencia y por ello en estas nos encontramos. Una vez hechas las presentaciones, obligadas y protocolarias toca hablar del juego en sí, de nuestra experiencia en el cuerpo de Morgan Yu y sus paseos por la imponente estación espacial llamada Talos I.

Advertiros que a pesar de la estética (espacial/retrofuturista) que me encanta y de la que soy fan, y la temática en sí, sin ir más lejos no me pierdo una de estas en el cine (Life o Alien Covenant), pues como decía a pesar de que Prey (2017) me entraba por los ojos igualmente me creaba algunas dudas. Así que, ¿cuál ha sido mi experiencia con este juego? Pues resumiendo ha sido extrema y compleja, variada y llena tanto de aciertos como de sinsabores. He pasado por la intriga, la expectación, la emoción y el placer al igual que por la desesperación, la desidia y la impotencia. Vale, pero os preguntaréis si me ha gustado o no, y si es buen juego o no. ¿Me ha gustado? Sí, pero me podría haber gustado más. ¿Es buen juego? También. Entonces, ¿es tan bueno como dicen? No lo creo. Y si queréis saber más, os cuento a continuación en el análisis.

Siempre me gusta ir desde lo general o lo más particular; así que a grandes rasgos este nuevo Prey (2017) es un juego de acción y aventuras en primera persona heredero espiritual de System Shock, al cual homenajea, influenciado por la obra de Irrational games (Bioshock) y con una base reconocible de la exitosa saga Dishonored. En resumidas cuentas Dishonored se va al espacio con el estilo artístico de Bioshock, y con el estructural llamado metroidvania (un mundo conectado el cual explorar y revisitar) y de paso le añadimos la toma de decisiones que está a la orden del día.

Encarnamos a Morgan Yu, un tripulante relevante dentro de la nave Talos I, la cual orbita alrededor de la luna, quien se despierta confundido y con enormes lagunas de memoria, que evidentemente tendremos que ir descubriendo, para esto iremos moviéndonos a lo largo de la nave, una nave espectacularmente recreada y en la que todo está conectado donde de inicio sólo podremos entrar en algunas zonas, pero en la cual al final camparemos a nuestras anchas. Allí nos enfrentaremos al incontrolado brote de alienígenas llamados Tifones, con poderes variados, el más llamativo es el mimético, o sea serán capaces de copiar la estructura de objetos cercanos haciéndose pasar por una copia de estos, así que si veis dos sillas de ruedas en una mesa de oficina, empezar a dudar de alguna de ellas.

Un conglomerado de mecánicas

Si hay algo que llama la atención más allá de lo visual, es la parte artística. Está muy conseguida aunque no tanto como la técnica, debido a la gran cantidad de cosas y mecánicas que han implementado los chicos de Arkane Studios en el juego. Podremos manejar armas, esto es típico, también podremos utilizar poderes psíquicos y luchar cuerpo a cuerpo, además tendremos un arsenal de diferentes artefactos, dentro de los cuales destaca el cañón GLOO. Para avanzar en nuestro árbol de habilidades como si de un juego de rol se tratara, tenemos los Neuromods creados a partir del ADN alienígena y que nos otorgará mejoras sobrehumanas e incluso, según elijamos, capacidades extraterrestres. La base de todo esto será el crafteo, o sea, la búsqueda y recolección de materiales que irán desde la cáscara de plátano (maldita ella) a los alambres o disco duros quemados, casi todo sirve, y casi nada está vacío dentro de la Talos I. Tenemos: acción, aventuras, poderes, exploración, recolección y evolución, ¿alguien da más? Pues sí, una narrativa profunda, adulta y con toma de decisiones hacia su final, donde podremos ver diferentes desenlaces.

La cosa como veis pinta bien, pero tras jugarlo o más bien mientras lo hacía, una pregunta rondaba mi cabeza, ¿un juego es mejor cuanto mayor número de mecánicas ponga en liza? Pues es difícil de decir, yo diría que no, pero ¿es Prey mejor juego por ello? No. Mis padres solían decirme, e imagino que a muchos de vosotros también: El que mucho abarca poco aprieta y bueno creo que con esta frase ya me entenderéis.

Prey es muchos juegos en uno, una fusión de mecánicas e influencias de aquí y de allí, incluidas con lógica, aunque no siempre no nos engañemos; y además que son solventes y efectivas, si me permitís otro adjetivo diría que el juego tiene unas mecánicas sólidas. Pero, todos estos adjetivos positivos en realidad encierran en sí una lejanía para la excelencia. Así es señores, Prey es un buen juego pero a mi juicio alejado de la excelencia, y es que no se puede pretender hacer tantas cosas y hacerlas de manera sobresaliente.

A mí me ocurrió jugándolo, que algunas de las mecánicas si las disfrutaba pero en cambio otras me llegaron a cansar, y pienso que esto les va a ocurrir a una mayoría de jugadores y sólo una minoría va a sentirse a gusto con el total de las posibilidades. Es más fácil contentar a los fans de la acción con un sensacional juego de acción, o a los del crafteo con una hipotética edición de Minecraft deluxe 3.0. Pero contentar a unos y otros por igual es muy, muy complicado.

Al margen de los gustos, que es algo muy subjetivo y para gustos los colores ya lo sabemos, creo que la principal pega del juego es que su ambición le ha llevado a comprometer la experiencia jugable sobre todo para el público general. Vaya por delante que estamos ante un buen juego, con una estética resultona y una historia por momentos apasionante, pero… estos son mis «peros»:

El combate: A pesar de las posibilidades enormes, como ya ocurría en los anteriores juegos de Arkane Studios y que puede ser visto como más estratégico, que en cierta medida lo es, la verdad es que en Prey el combate se siente menos orgánico, más torpón y en algunos momentos, junto con la dificultad, nos harán morder el polvo más de lo recomendado y justo. Abstenerse las comparaciones con la saga Souls porque no creo que vengan al caso.

El sistema Metroidvania: Sé que tiene sus fans, en los cuales no me podría incluir, y que igualmente el juego en ese sentido se aprecia que hace un enorme esfuerzo de implementación, pero aunque se nos pueda hacer más pesado o no, en la parte final que tenemos que revisitar varias zonas concretas y encima cuando el tiempo apremia, es en estas situaciones donde se hace algo insostenible, con algunos tiempos de carga entre áreas bastante largos incluso mayores que el tiempo que pasaremos en dicha zona.

La narrativa: Si bien como ya he dicho la historia que nos cuentan, tiene miga, algunos giros inesperados y globalmente interesa, lo que ocurre es que requiere de bastante empeño del jugador para acceder a toda la información, quien tendrá que escuchar atento multitud de conversaciones (convenientemente dobladas al español) y leer un sinfín de e-mails. El resultado de esto es que muchas cosas no queremos saberlas, las más insignificantes, y que el hilo general perderá fuerza.

El guardado: A pesar de las múltiples opciones que tenemos en este campo: Guardado rápido, Automático y el más clásico y selectivo; a pesar de esto, tengo que confesar que tuve una mala experiencia, pues hacia el final del juego varios puntos de guardado resultaron estar corruptos perdiendo el avance parcial y obligándome a rehacer alguna misión, con el consiguiente importunio.

Seguramente estaréis pensando que soy muy duro, o que sólo me centro en lo negativo del juego, pero recordad que estos puntos que he comentado arriba son aquellos que separan a Prey de ser un gran título, de alcanzar la excelencia. Quizás la obra de Arkane peque de pretenciosa y de buscar la trascendencia, pero de lo que no podemos dudar es de la calidad general del título.

Conclusión Prey

Prey (2017) es un juego fácil de vender, pues tiene de todo y casi todo resulta atractivo en él. Viendo sus folletos promocionales es sencillo sentirse atraído: la ambientación, las armas, los poderes, la enorme y bastante carismática Talos I (La zona del Arboreto difícilmente la olvidarás), los aliens, la enigmática historia, pero como he dicho antes, algunas cosas buenas pueden no acabar siéndolo tanto si no se gestiona adecuadamente su implementación y su dosificación, una fórmula explotada al extremo puede acabar generando resultados opuestos.

Es un buen juego, sin duda, pero espero que no sea “uno de los juegos más importantes del año”, ni tan siquiera el mejor juego del estudio Arkane, que sigue confirmando su proyección y potencial. Viendo el dudoso futuro de la saga Mass Effect tras Andromeda, Prey puede ser una opción viable a expandir.

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