Videojuegos, ¿cultura o criminalización?

Hace unos días, el PSOE presentaba su programa político, y explicaba los cambios en éste. Una de sus declaraciones incluía a los videojuegos en el Plan Nacional sobre Drogas, y los situaba al nivel de la ludopatía. Éstas han sido (literalmente) las palabras de Rubalcaba:

«Se ampliarán las competencias del Plan Nacional sobre Drogas, a fin de poder abordar el reto de las adicciones sin sustancia (ludopatía, nuevas tecnologías, la red, videojuegos, etc)».

Al margen de que considerar una de las herramientas más útiles en todos los campos (Internet y las nuevas tecnologías) como una «adicción sin sustancia» es un error, se ha podido observar que el candidato del PSOE se ha apuntado a una tendencia que por desgracia no es nada nuevo: criminalizar los videojuegos.

Y es que esta forma de expresión, para muchos arte, para otros simple entretenimiento banal no ha estado exenta de polémica. Desde que surgió el ocio digital aparecieron tanto seguidores como detractores.

Uno de los principales argumentos en contra de los videojuegos ha sido la violencia de éstos. No negaré que existen juegos violentos (Manhunt, por ejemplo), pero generalizar diciendo que «los videojuegos son violentos» no tiene mucho sentido. Decir videojuego es abarcar mucho, se podría comparar a decir cine. ¿Es correcto decir que «el cine es violento»? Se puede decir que Saw o Hostel son violentas, del mismo modo que pasa con Manhunt, pero es que el cine (y el videojuego) son medios muy amplios, y dentro del cine puedes encontrar desde el gore más fuerte hasta películas infantiles o familiares. Y con los juegos pasa igual.

Este argumento deriva en otro: desde que surgieron mucha gente ha considerado que los videojuegos son para niños. Del mismo modo que la gente afirma que los «dibujos animados» son para niños (metiendo en el mismo saco a Los Simpsons, Family Guy, South Park o cualquier serie de anime) ocurre con los videojuegos. Y en ambos casos pasa lo mismo: existen juegos adecuados para todos los públicos (por ejemplo las sagas de Pokémon o Inazuma Eleven) y otros que no lo son para nada (Grand Theft Auto, Assassin’s Creed…) ya sea por ser violentos o por tener una trama demasiado compleja. Para evitar confusiones existe el código PEGI, que por desgracia es ignorado por niños y padres (la de veces que he visto a críos llorándole a sus padres para que les compren juegos +18).

Por desgracia estos dos argumentos han sido y serán un lastre constante en la industria de los videojuegos. Sin embargo existen otros más radicales, como por ejemplo el supuesto impacto que tienen los videojuegos en la vida real. ¿Alguien se acuerda del asesino de la katana? Un desquiciado mental mata a sus padres y a su hermana, pero ¿quién tiene la culpa? Final Fantasy VIII, claro que sí. No importa que un chaval americano practique tiro con armas o pegue palizas a sus compañeros, si juega al Call of Duty esa es la causa de su agresividad. Esta es otra de las consecuencias de la doble moral de nuestra sociedad. Del mismo modo que pasó con el «asesino del rol» o con el «heavy metal y los rituales satánicos» ahora lo pagan los videojuegos. Pero hay que ser coherente. Si hay crímenes, no le eches la culpa a los juegos, échasela a una esquizofrenia, una mala educación, una personalidad antisocial… pero no a los videojuegos. Una persona mentalmente sana no salta desde el balcón después de ver Superman. Y no mata a sus compañeros después de disparar contra zombies ficticios.

El último gran argumento de los que odian los videojuegos es el que decía Rubalcaba: que crean adicción. Pero realmente cuando tenemos una afición muchas veces la consideramos parte de nuestra vida. Y no sólo ocurre con los videojuegos. Pero claro, la terminología cambia si hablamos de una cosa o de otra. Si uno adora el cine, es cinéfilo. Si se trata de la música, es melómano. Si son los videojuegos, es un viciado, un adicto… ¿acaso hay tanta diferencia? Yo por ejemplo ahora mismo estoy muy enganchada a varias series de TV. ¿Eso también es una droga para Rubalcaba? Que alguien me lo explique.

En contraposición a estas opiniones, también hay personas que están a favor de los videojuegos, e incluso los consideran un arte. Y es que dentro de los videojuegos hay auténticas joyas de culto, con argumentos dignos del mejor cine. ¿Alguien se atreve a decir que ICO o Shadow of the Colossus no son arte? ¿Acaso el argumento de juegos como Resident Evil o Final Fantasy no forman ya parte de la cultura popular? Al igual que en las grandes obras del celuloide, en los juegos además de entretenimiento podemos encontrar tramas de acción trepidante, ciencia ficción cyberpunk, fantasía pura y dura o realismo dramático. Hay juegos que tienen protagonistas carismáticos, personajes redondos que evolucionan, de forma similar a muchas obras de la literatura. Encontramos en ellos muchas referencias a libros, películas y otros elementos culturales. No todos los videojuegos son arte, ya que algunos buscan solamente entretener, pero sin duda hay arte dentro del mundo del videojuego. Y esa es la imagen que se debería tener de ellos, una forma de ocio similar al cine, no algo demonizado y marginal, como las drogas.

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