Wolfenstein: The New Order. Análisis PS4

A día de hoy, la industria actual acoge franquicias realmente longevas, que han sobrevivido a múltiples generaciones y siguen cautivando a las nuevas masas de jugones. Muchas de ellas no se han sabido adaptar del todo a los nuevos tiempos, o sencillamente ya no encontraban un lugar en el mundillo. Otras pocas, por el contrario, han logrado superar esta larga travesía y siguen brillando como el primer día. Wolfenstein es una de ellas. Y es que, a pesar de que ha atravesado algún que otro altibajo con el paso de los años, Machine Games nos ha recordado  en 2014 que la mitiquísima saga tiene y tendrá aún mucha tela que cortar, y muchas bocas que cerrar.

Wolfenstein es, simple y llanamente, el fundador  y padre del género FPS. Leyenda viva del mundo de los videojuegos creada por un tal John Carmack que, tras el éxito de su frenético mata-nazis en tres dimensiones, alcanzaría a mediados de los 90 su cumbre profesional con Doom y Quake (convirtiendo al shooter en primera persona en un género que, con el empujoncito de compañías como la antigua Apogee Software y, posteriormente, Valve, se convertiría en uno de los principales pilares de las experiencias single-player). Desde 1992, año en que fue publicado aquel Wolfenstein 3D, el ocio electrónico ha vivido muchas transformaciones. Estamos en 2014, con una next-gen recién salida del horno. Y aquí entra en juego Machine Games, compañía debutante que, tras la mediocre entrega de 2009, se propone devolver Wolfenstein a su era dorada, contando con el apoyo de la propia iD Software y Bethesda. El nuevo equipo se enfrentaba desde el principio a un reto tan desafiante como es el de ponerse al frente de algo tan grande y con tanta historia detrás, sumado a la falta de esperanzas en los jugadores tras el chasco de 2009, y la desconfianza ante el hecho de que se trate de un equipo completamente desconocido. ¿Habrán conseguido lo que se proponían?

The New Order nos propone un universo alternativo en que los nazis ganaron la guerra. Esto se traduce en un mundo totalmente oprimido por la crueldad del régimen alemán, que ha desarrollado su tecnología fuera de todo límite moral o ético. Nuestro protagonista sigue siendo el mismo de siempre: William J Blaskowicz, arquetipo del héroe yanqui, atiborrado de esteroides y listo para machacar nazis. Tras un extenso prólogo en la propia guerra, una serie de acontecimientos que no vamos a desvelar hacen que nos despertemos en los años 60. El prólogo, fuera de su espectacularidad, resulta soporífero en su gran parte (principalmente porque adopta un tono bélico que no le conviene en demasía). Sin embargo, es cuando la aventura comienza de veras cuando los puntos fuertes de este New Order comienzan a dejarse ver y su exquisita jugabilidad noventera comienza a lucir. Quizás lo mejor de este Wolfenstein sea que, a pesar de que muchas veces intenta ponerse maduro y filosófico, nunca deja atrás su desenfado, su absurda violencia y el humor negro más próximo a una película de Tarantino que podamos encontrar en un videojuego.

El general Calavera, enemigo por excelencia de la saga Wolfenstein, vuelve con diseño renovado aunque igual de chalado que siempre.

Jugabilidad

Ya se ha podido escuchar que Wolfenstein no es un título que presuma de ser retro, sino que por definición lo es. Rechaza las pautas del FPS moderno y tira por el camino de lo clásico: una jugabilidad puramente arcade en la que la diversión se impone al realismo. Marcadores de salud, regerable por botiquines, y escudo; posibilidad de llevar todas las armas que queramos en el inventario, equipar escopetas y rifles a dos manos… The New Order es, ante todo, una delicia jugable. Sus controles son tan sencillos, y su manejo tan asequible y suave, que en muy poco tiempo ya estaremos sembrando el terror ante montones y montones de nazis.

El Laserkraftwerk es la única arma «original» del juego, y se convertirá en un gran aliado. Mediante mejoras pasará de ser una simple llave para superar obstáculos a una auténtica máquina de matar.

Aún así, si bien Machine Games tenía entre sus objetivos el de contentar al público más exigente (el veterano), tampoco podría olvidar al nuevo. El público general, un grupo mayoritario que probablemente se embarque por primera vez en la saga y busque también otro tipo de cosas. En vez de transformar Wolfenstein en un CoD al uso, el nuevo equipo ha hecho una serie de cambios que se adaptan a los tiempos modernos sin alterar los valores básicos de un buen FPS unijugador. Por ejemplo, existe cierta regeneración de salud, muy leve pero que nos permitirá salir de muchos apuros mientras encontramos un botiquín. Además, disponemos de un árbol de habilidades que irá abriéndose automáticamente a medida que completamos diversos objetivos. Es un modo de aportar un elemento contemporáneo a la saga sin complicar una jugabilidad que es, sobre todo, directa y sencilla.

A todo esto se suma el sigilo: una variante casi  siempre opcional pero que facilita bastante las cosas. En determinadas zonas, normalmente bastante amplias y con multitud de caminos posibles, tendremos la opción de ir eliminando poco a poco a los guardias hasta llegar a los comandantes, que serán nuestra prioridad. Estos enemigos se encuentran en zonas marcadas del mapa y, si nos descubren, activarán las alarmas y pedirán refuerzos de forma continuada hasta que los eliminemos. Al fin y al cabo es algo bastante anecdótico, que por un lado premia al jugador aportándole más horas de juego (sugiere estudiar rutinas y buscar rutas directas hacia los comandantes) pero nunca acaba de convencer del todo por culpa de una inteligencia artificial que no se comporta como es debido. Al final, nos resultará mucho más divertido ir por la vía directa: armando escándalo y disfrutando de una sangrienta carnicería.

Gráficos

The New Order puede ser considerado más como un título intergeneracional que como uno next-gen, propiamente dicho. No supone ningún techo gráfico ni se propone grandes metas, más que responder a unos mínimos requeridos. Por tanto, es un título ante todo sólido, que se desenvuelve con un motor como es el de Rage (el iD Tech 5, que también veremos en el futuro Doom 4). En PS4 y Xbox One, rinde a 1080p y 60fps, otorgándonos una calidad óptima para un shooter tan frenético como este, y es de agradecer. Sin embargo, hay texturas que cantan bastante, y la iluminación podría ser mucho mejor. Por otro lado, el modelo de los personajes está bastante conseguido, siendo uno de sus principales atractivos, así como un diseño artístico que compensa muy bien estas pegas (con escenarios realmente impresionantes en todas las fases).

El diseño artístico de lo nuevo de Machine Games es encomiable. Este es solo uno de los múltiples escenarios que visitaremos, que no dejarán de sorprendernos.

Llegando a la IA, esta sigue en la línea de los shooters actuales: en tiroteos, los soldados se cubren e intentan rodearnos, y sus habituales meteduras de patas no alteran la experiencia, pero no hay nada más destacable en un comportamiento que las compañías necesitan mejorar urgentemente de cara a un futuro. Es en el sigilo donde esto comienza a ser preocupante, con soldados que ni se inmutan ante nuestra presencia (aunque estemos justo enfrente de ellos, en muchos casos), rebajando enteros y restando dificultad a estas secciones.

Modos de juego

La campaña es el principal incentivo del título, sin añadidos. Es una propuesta arriesgada, pero estando ante Bethesda no sorprende para nada, al igual que tampoco defrauda. Son dieciséis capítulos los que conforman la campaña: mientras unos apenas duran treinta minutos, otros llegan fácilmente a la hora y media de duración. Existen numerosos coleccionables que premian la rejugabilidad y la exploración de escenarios: ítems que resulta bastante interesante encontrar porque nos aportan información realmente valiosa sobre el universo del juego (recortes de periódico, grabaciones, extensas cartas… e incluso CDs de clásicos de los 60 adaptados al alemán, junto a otros muchos coleccionables que desbloquean extras). Además, en homenaje a los Wolfenstein originales, existe en cada nivel una habitación secreta que habremos de encontrar resolviendo algún puzzle sencillo.

The New Order son quince horas de pura adrenalina. Una experiencia cien por cien «old school», directa y desenfrenada. Se le pueden achacar muchas pegas, pero no hay nada que criticar a su apuesta por la supremacía de la campaña monojugador.

En conclusión: si tenemos que poner una pega, desde luego no es la ausencia de un modo multijugador porque ni de lejos le hace falta, y algo así sin duda habría hecho de la campaña un dulce menos delicioso. Quizás es ese desequilibrio de duraciones entre los diferentes capítulos el defecto a recalcar, y si ciertas secciones se hubieran hecho independientes y se hubieran añadido dos o tres capítulos más estaríamos más que contentos. Por lo demás, serán unas 14 horas de campaña que se prolongan fácilmente a 15-16 si jugamos con calma y buscando objetos, e incluso a 20 si jugamos en los niveles de dificultad más altos. Una duración más que aceptable dentro de su género.

Sonido

A nivel de localización, Bethesda ha hecho honores a su buena fama, con un doblaje realmente bueno (se respetan, como en el resto de versiones, los diálogos en alemán) y una muy decente traducción de textos. Nada que reprochar a una compañía que sigue al pie del cañón en este ámbito, y de la que muchas otras deberían tomar ejemplo. Por lo demás, el sonido de las armas resulta convincente dentro de lo que un arcade supone, y la OST se encuentra a un gran nivel (con esos temazos sesenteros que han inundado la campaña de promoción además de un score propio que aparece en contadas ocasiones, pero que deja un muy buen sabor de boca).

Conclusión

Wolfenstein ha vuelto una vez más, y esta vez puede decir que ha cumplido desde todos los puntos de vista. The New Order es un FPS con muchísima personalidad, que se arriesga con una experiencia únicamente individual, y triunfa proporcionándonos diversión arcade pura y dura. Es, en otras palabras, un título muy orientado a jugadores de la vieja escuela, que nos lleva de vuelta a la verdadera edad de oro del FPS y a la vez introduce algunos cambios; entre ellos el sigilo que, a pesar de contar con muy buenas ideas (el sistema de comandantes) acaban relegándose a un segundo plano por culpa de una IA problemática. Probablemente no encontremos en el título de Machine Games un FPS revolucionario, y seguramente pronto bajará de precio y se venderá a montones en tiendas de segunda mano, pero definitivamente estamos ante un debut magnífico para el equipo, y por fin la seguridad de que la saga Wolfenstein tiene aún mucha caña que dar en la industria.

 

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