Fidel: Dungeon Rescue. Análisis PC

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Desde el pasado 1 de agosto tenemos disponible el nuevo juego de la mente argentina Daniel Benmergui, nombre que está empezando a ser reconocido en el panorama indie por sus originales apuestas en el mundo de los videojuegos. Analizamos en profundidad su nuevo juego disponible ya en Steam, Fidel: Dungeon Rescue.

Abuela, ¡allá voy!

Partimos de la base de que el argumento no es lo más importante en Fidel: Dungeon Rescue. Ni lo pretende. Estamos ante un título que pone a prueba tu pericia, tu mente y tus reflejos para encontrar la salida, y no busca contarte una historia con giros inesperados de guión ni nada por el estilo. No es que el término «indie» sea sinónimo de juegos sin argumento, pero aquí no se busca eso. La finalidad del juego es otra, y es una que genera mucha adicción y que se basa en sus mecánicas, algo de lo que hablaremos más adelante.

Sin embargo, tomamos el control de Fidel bajo una premisa: nuestra abuela ha desaparecido, no sabemos dónde está y tenemos que ir en su busca. Para rescatarla, tendremos que superar escenario tras escenario yendo del punto A al punto B. ¿Te suena aburrido? Porque no lo es en absoluto. Por el camino nos encontraremos con grotescas criaturas, a cada cual más peligrosa. Y es que su jugabilidad (de la que, insistimos, entraremos en profundidad unas líneas más abajo) es desafiante como pocas. En muchas ocasiones te las vas a ver y desear para rescatar a tu abuela, pero es que estamos hablando justamente de eso, es tu abuela, tienes que rescatarla porque solamente quieres estar con ella. Esa es la premisa argumental que da inicio a todo lo que sucede en Fidel: Dungeon Rescue.

Superperro Fidel

La jugabilidad. Sí, la base de todo este Fidel: Dungeon Rescue. Y es que, por inverosímil que parezca, el juego no va a dejar de demostrarte lo que puede dar de sí un escenario 2D que no ocupa más de un recuadro. Sus escenarios son pequeños pero están llenos de jugo, de desafíos, de retorcidos puzles que solamente consisten en buscar el camino correcto.

Porque no lo olvidemos, la base jugable de Fidel: Dungeon Rescue es la de que no podemos cruzarnos con nuestro propio camino (vamos dejando una cuerda allá por donde vamos pasando sin posibilidad de cruzarla saltando), aunque sí podemos volver atrás. Y aquí es donde está la gracia de las partidas del juego, porque encontrar la salida es más o menos fácil, pero hacerlo consiguiendo la máxima puntuación… ah, amigos. Eso es otro cantar. Y más si tenemos en cuenta que el diseño de algunos escenarios es soberbio. No técnicamente hablando, pues su look no es precisamente deslumbrante, pero sí en cuanto a la disposición de los enemigos o de los corazones que nos otorgarán vida y que buscaremos desesperadamente.

Y es que el juego te pone constantemente entre la espada y la pared, porque te da absoluta libertad para pasar por donde quieras en tu búsqueda de la puerta de salida, pero muchas veces te obliga a elegir entre dos caminos malos. ¿En qué se traduce esto? En que muchas veces para alcanzar la salida tendremos que pasar sí o sí por encima de un monstruo, el cual nos quitará la mitad de la vida que tengamos, y sólo podremos completar el nivel si alcanzamos el corazón que hay más allá del monstruo. Es decir, rompe con la mecánica general de todos los videojuegos de ofrecerte salud para poder enfrentarte a los enemigos, y la invierte: en Fidel: Dungeon Rescue primero tienes que dejar que el enemigo te haga polvo, y solamente luego podrás reponerte.

Esto nos obliga a planificar con antelación nuestro camino, y solamente sabremos si nuestro camino era bueno o malo al final, cuando tratemos de alcanzar la salida y podamos comprobar si hemos cruzado la puerta con vida suficiente… o lo hemos pensado mal y en realidad ese camino sólo nos ha traído muerte. He ahí la enorme adicción de Fidel: Dungeon Rescue, un título que engancha como pocos en base a todo lo que ofrece su jugabilidad: es muy fácil de controlar, pero dominarlo es muy complicado, y nos obliga constantemente a trazar un plan de escape. Si a esto le añades que el juego se basa en escenarios que componen partidas rápidas de 3-6 minutos, el resultado es un juego sencillo en su planteamiento, pero terriblemente efectivo, adictivo como pocos y muy desafiante.

Abuela, no te veo bien

El apartado técnico, como en muchos títulos de estas características, no es deslumbrante y tampoco pretende serlo. Está claro que si lo comparamos con los exponentes técnicos del momento, el juego sale perdiendo pero por goleada. Sin embargo, como ya hemos dicho, Fidel: Dungeon Rescue como la mayoría de juegos indies (y más los financiados por plataformas como Kickstarter) basa prácticamente todo en su jugabilidad. Es ahí donde Fidel: Dungeon Rescue enseña las cartas, y lo hace muy bien. No es en el argumento, ni en su ambientación, ni en sus gráficos donde está lo mejor del juego. Por tanto, tenemos que analizar el juego en su categoría y su apartado técnico, aunque con un sonado aire «retro», es solvente y cumple su función.

El diseño artístico de las criaturas destaca por encima de los demás, siendo de lo mejor del juego. El buen hacer en este aspecto junto a la buena elección de la paleta de colores y dotando al juego de un tono colorido pero tétrico a la vez, le sienta de maravilla para sentir cada mazmorra como un agobiante desafío. Y vaya si lo consigue.

Por su parte, los escenarios cumplen, aunque están un peldaño por debajo del diseño de criaturas y del propio Fidel, algo que tiene su lógica porque en plena partida lo que vemos antes más resaltado son los infames seres a los que haremos frente, no el escenario en el que se encuentran que, al fin y al cabo, es un cuadrado en todas y cada una de las pantallas. Aún así, más variedad de niveles no hubiera estado de más.

El sonido está bien implementado, con buenos efectos y un hilo musical en determinados momentos que nos acompaña demasiado bien: en los momentos más agobiantes agradeceremos algo de silencio, pero cuando éste viene tampoco lo podremos soportar si estamos ante un puzle que se nos está resistiendo. Estrujarnos el coco mientras nos ponen de los nervios aumenta el desafío.

Conclusiones Fidel: Dungeon Rescue

Adictivo. Si hay una palabra que defina al nuevo juego del argentino Daniel Benmergui, sin duda es esa. Porque es simple en su ejecución y en su puesta en escena, pero es efectiva como pocas veces hemos visto. Tiene el balance perfecto entre accesible, desafiante, fácil de controlar, muy complicado de dominar, es sencillo encontrar la salida pero terriblemente difícil hacerlo con la puntuación más alta. Es un juego de los que miras de reojo, de los que no sabes si te van a gustar, a tras 10 minutos de partida ya estás pensando «este maldito juego me ha picado». Y cuando antes lo asumas, mejor. Fidel: Dungeon Rescue te va a picar como pocos.

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